sábado, 20 de noviembre de 2010

Taneční



Taneční consiste en un curso al que la mayoría de jóvenes de 16 años checos asisten para aprender a bailar. Cuando ya han asistido a varias clases, invitan a sus padres, amigos o a cualquiera que quiera ir (previo pago) a asistir como espectadores.


Como véis, el curso se realiza en unos salones bastante lujosos, concretamente aquí en Plzeň en Měšťanská Beseda, edificio de estilo neorrenacentista y decoración  secesionistamuy extendidos en las ciudades de Europa Central y del Este.


Los padres y familiares se posicionan, cámara en mano, en todos los lugares del salón (hay a pie de pista y palco) para conseguir la mejor instantánea de su hijo, que tras su posterior enmarcado, pasará a decorar las paredes o muebles de los salones checos (más o menos como nuestras fotos de la comunión pero con unos añitos más, que creo que picará más verla colgada...).

En el taneční al que fuimos, invitados por Tomaš, además de la maratoniana sesión de baile (entre 2 y 3 horas),  pudimos ver un espectáculo por parte de unas niñas de entre 7 y 11 años que me recordó a la película Little Miss Sunshine. 


Tras la supersesión de baile y el espectáculo de las niñas, los bailarines invitaron a la pista a sus padres y madres que bailaron un par de canciones con sus retoños para regocijo general.

Como fin de fiesta, nos permitieron saltar a la pista a todos: familiares, conocidos, no conocidos, patos... y le dimos el punto y final a la velada.


Aparte de esta tradición del tanecní a los 16, cuando acaban el gymnázium (instituto de secundaria) y se graduan, montan otra gala de etiqueta, el Maturak, en la que preparan una coreografía para familiares y profesores.
A ésta también nos han invitado los alumnos del instituto donde damos clases, así que el 11 de diciembre me toca otra vez vestirme de traje, ponerme corbata (aquí aún triunfan las pajaritas) y sacar al pato que llevo en mí.

Es lo que tienen las tradiciones...

P.D. La próxima entrada (que tardará menos que ésta) viene con receta checa incluida para los amantes del queso.

jueves, 4 de noviembre de 2010

La cerveza checa

Cristian, Jaime y tres rubias checas
Aprovechando la refrescante visita de Cristian y Jaime (¡visitaca!), voy a ponerme serio para hablar de uno de los temas que nos interesan de verdad: la cerveza checa.
Los checos, vecinos de los alemanes, presumen de ser el país con mayor consumo de cerveza del mundo.
Aquí en Plzeň, la Pilsner Urquell es la cerveza más bebida de la zona aunque la cantidad y calidad de las cervezas checas de pequeñas cervecerías artesanales (las hay a montones) dejarán satisfecho al sibarita maltolupular más exigente.

Según cuenta la historia (o por lo menos el museo de la cerveza al que fuimos), fue un maestro cervecero bávaro quien inventó el tipo de cerveza pilsener en la ciudad de Plzeň allá por el año 1842.

Desde entonces, este tipo de cerveza se ha expandido por todo el mundo y más del 70% de las cervezas mundiales actuales son tipo pilsener.

Una de las curiosidades de la cerveza checa es el sistema de graduación que utilizan para clasificar las cervezas. Las hay, sobre todo, de 10º, 11º y 12º que representarían para nuestra escala entre 4º y 5'4º de alcohol por cerveza.
Esto se debe a que los checos históricamente utilizan el sistema de graduación Balling para medir la concentración de azúcares fermentables en el mosto (que era la base histórica para calcular los impuestos de la cerveza). Además de esto, antiguamente y hasta que la cerveza lager tipo pilsener se impuso, las cervezas se vendían sin filtrar (sin quitarle las levaduras) con lo que entre el momento de embotellado y el de consumo la graduación alcohólica podía todavía subir.

La de la foto es una Pilsner Urquell (llamada aquí Prazdroj, fuente en checo antiguo) sin filtrar, por lo que se aprecia el color turbio de las levaduras.


También me parece curioso cómo se piden normalmente las cervezas en los bares. En España se pide una cerveza, una marca o una medida pero aquí se pide según su sistema de graduación. Como mi preferida es la de 12º,  siempre pido "dvanacku" (la de doce).
En cuanto al sabor, y sin querer entrar en sutiles aromas, creo que salta a la vista el amargor del lúpulo y, sobre todo, el menor contenido en gas que el de las cervezas españolas. No sé si será porque cambias el chip cuando llegas a otro país, pero las cervezas aquí entran como el agua...

En cuanto a la historia reciente de las cervezas checas es tan curioso como triste comentar que, de las múltiples cervecerías públicas que había en tiempos comunistas (hasta el 1989) hoy en día sólo queda una, la popular Budvar de České Budějovice.

Los tiempos de abertura económica y de dinero fácil del capitalismo llevaron incomprensiblemente al estado checo a vender la cervecería Pilsner Urquell a un empresario japonés que, a su vez, acabó revendiéndola a una multinacional surafricana. Esta multinacional cuenta hoy en día con más de 200 marcas de cerveza de todo el mundo.
Poderoso caballero es Don Dinero...

No obstante, aún queda una marca que ha resistido los envites del nuevo sistema político, la Budvar o Budweiser de České Budějovice.

Y ahora viene la pregunta. ¿No es Budweiser una cerveza americana? Y la respuesta tonta: sí y no.
Conocida la cercanía entre la zona sudoeste de Chequia y Bavaria, los alemanes tradujeron la marca de Budějovice como Budweiser (de Budweis). La historia de esta cerveza se remonta al siglo XIII.

No obstante, en 1876 se empieza a comercializar una cerveza en América con el nombre de Budweiser que, con un método distinto de elaboración, pronto empieza a tener éxito en el mercado mundial.
Este problema de marca ha llevado a las dos compañías a numerosos litigios en Europa y Estados Unidos sobre quién puede promocionar su cerveza con el nombre de Budweiser.


En Europa: Bud americana a la izquierda y Budweiser checa a la derecha


En Estados Unidos, la marca checa ha tenido que cambiar su nombre por el de Czechvar para comercializarse mientras que en Europa (aunque no de igual modo en todos los países) la americana ha tenido que prescindir también de su nombre “original” para venderse como Bud.


Daniela se acaba de enterar de que la última Bud era americana. Cristian, impasible.




Bueno, creo que volveré al tema de la cerveza alguna que otra vez porque es uno de esos temas checos que da para largo y no puedes explicar en una sola entrada.

P.D. Dejo unas cuantas fotos de la visita de Cristian y Jaime en el álbum de fotos del menú de la derecha.  Aprovecho para pedir los derechos a Martinez (copyright) para que me deje colgar sus fotos en mi blog.

P.D. También os echamos de menos. Por cierto, desde que os habéis ido no ha hecho ni un día de sol.